Quizá como bióloga siempre me he sentido conectada al mundo natural, incluso desde niña. Tuve la suerte de vivir frente a la playa del Río de la Plata, un amplísimo estuario que conecta con el Océano Atlántico en Montevideo, Uruguay. Observaba el color y el estado del agua todos los días y cada día era diferente. Muchas veces había delfines nadando, siempre en manadas. Hoy en día, 45 años después, sigo observando el agua a diario y voy a la misma playa, pero la realidad es muy diferente. Los delfines se han ido porque las aguas están contaminadas por los residuos químicos, los desechos plásticos y a menudo tenemos floraciones de algas tóxicas, producidas por los fertilizantes que se utilizan en el campo y que finalmente van a los ríos y al océano produciendo desequilibrios en el ecosistema acuático.
En todo el mundo los recursos naturales se tratan sin responsabilidad causando a veces daños irreversibles y creo que esto acabará volviéndose contra nosotros.
Con este trabajo quiero reflexionar sobre esta situación y fomentar la protección de nuestros recursos naturales así como nuestra responsabilidad en los hábitos de consumo. He decidido utilizar vidrio que ya ha sido usado apoyando la idea de reciclar y reutilizar materiales. La instalación consiste en vidrio fundido que se asemeja a libros. Cada libro cuenta una historia al contener diferentes piezas orgánicas de mi jardín, como hojas, semillas e imágenes naturales, así como textos de Henry David Thoreau, un gran naturalista, escritor y filósofo estadounidense.
El vidrio evidencia la fragilidad y simboliza la vulnerabilidad en la que se encuentra nuestro entorno hoy en día, así como la necesidad de protegerlo, especialmente para las generaciones futuras.
Es esencial cuidar nuestros recursos naturales para sanar a la Naturaleza y devolverle su poder, que a la larga repercutirá también en nuestro bienestar.
La humanidad sin la naturaleza no sobreviviría, la naturaleza sin la humanidad…